martes, 26 de abril de 2011

Un ingenioso Hidalgo

Cuando me dijeron que debía leer el Quijote de la mancha, debo asumir que sentí miedo al recordar aquel libro gigante que se encontraba en mi casa y que mi profesor de literatura decía enfáticamente que él no quería que estudiantes de segundo año de pedagogía media en lenguaje leyeran el resumen del resumen.

Hoy cuando ya me he familiarizado con el tema y el Quijote me ha hecho pasar muy buenos momentos, debo decir que me encanta, que su inocencia o ingenuidad me llenan los días de risas, que sus explicaciones básicas sobres las cosas obvias como por ejemplo el nombre de su caballo “rocinantes” porque se llama así? Porque antes ya era un rocín, entonces ahora es un “ROCINANTES” o el eterno amor a su dulcinea del toboso, que aunque el mundo le dijiera que le faltaba un ojo, un brazo para él seguía siendo una princesa que el debía rescatar. Su vecino y leal amigo sancho panza quien a ratos llenaba el libro de cordura (muy poco necesaria) donde intentaba hacer que don Alfonso Quijada lograra ver que los gigantes eran molinos de viento inofensivos.

Toda la historia comienza porque don Alfonso Quijada según el mundo se volvió loco luego de leer muchos libros sobre caballeros andantes y su sobrina , el cura, el barbero y su ama de llaves deciden quemar sus libros y justificar todo como que un hechicero (y no los de Selena Gómez) maligno los hizo desaparecer.

Recién voy en el capítulo XX y me quedan otros XXXII por terminar la primera parte del libro y estoy maravillada, a veces me gustaría convertirme en una “caballera andante” y luchar por causas creadas en mi mente para justificar cosas injustificadas y defenderme de los molinos de vientos que a mí también a veces me parecen gigantes malignos contra mi.

En un mundo de locos donde que se creen cuerdos, el único cuerdo pasa hacer loco

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